Según datos de Naciones Unidas, Níger ocupa el puesto 151 de 160 en la clasificación de los países según sus niveles de desigualdad de género. Este indicador demuestra la preocupante situación de las mujeres nigerinas en materia de acceso a derechos fundamentales. Malí, por su parte, ocupa el puesto 143, presentando una situación similar a la de muchos países de la zona.
Las mujeres representan uno de los colectivos con mayor vulnerabilidad
La discriminación de las mujeres en Níger empieza desde la edad temprana. El porcentaje neto de escolarización a la enseñanza primaria es del 60,74% para las niñas frente a un 69,96% para los niños. En la educación secundaria, la tasa nacional de escolarización es del 17,11% para las adolescentes y del 23,56% para los adolescentes (UNESCO, 2017). La tasa de abandono escolar es muy elevada en el caso de las chicas, acentuándose de manera progresiva de la enseñanza primaria a la superior.
La división sexual del trabajo y los estereotipos tradicionales y religiosos hacen que la presencia de la mujer en ámbitos económicos sea mal vista. Por ejemplo, el acceso a los mercados para la venta de determinados tipos de productos (a menudo los más rentables, como la venta de ganado) está limitado a los hombres, quedando las mujeres relegadas a la venta de bienes y consumos de carácter “menor”: hortalizas, leche, cosméticos, especias o pequeños utensilios de cocina.
Las oportunidades laborales de las mujeres están limitadas por la misma ley nacional. Según el Código Civil, una mujer casada debe obtener permiso de su marido para poder realizar trabajo profesional. Las oportunidades económicas de las mujeres se ven afectadas también por el limitado acceso a las tierras que ellas tienen. Aunque la Constitución les brinda el derecho de la posesión, compra y venta de la tierra, en realidad el acceso a este recurso, particularmente en las zonas rurales, se da principalmente a través de la herencia, gestionada generalmente por el derecho tradicional. Las mujeres se ven en este proceso profundamente discriminadas, ya que las hijas suelen heredar la mitad que los hijos y a las viudas muy a menudo se les niega la herencia, privilegiando los herederos masculinos.
La posición de la mujer está estrechamente vinculada con la tradición, según la cual su espacio se limita a la familia. Por tanto, ellas son responsables de las tareas que garantizan la supervivencia del hogar, tales como la búsqueda de leña o agua o el cuidado de niños y mayores. Además, cuando los hombres emigran (aproximadamente unos 8 meses al año) en busca de otros medios de supervivencia dada la precariedad de los medios de existencia habituales (agricultura, ganadería), la mujer se encuentra obligada a asumir el papel de cabeza de familia, con el consumo de tiempo que esto supone, lo que a su vez, explicaría también la escasa participación e implicación de la mujer en la vida política.
Las mujeres en Malí: desafíos para la mejora sustancial de sus vidas
A pesar de que la situación de las mujeres haya conocido una modesta evolución positiva en los ámbitos jurídicos, político y económico, las mujeres se encuentras todavía confrontadas a desafíos de envergadura para mejorar sustancialmente sus vidas. La toma de decisiones en la esfera política, en la administración pública y en la esfera económica sigue perteneciendo en gran mayoría a los hombres. La violencia física, moral y sexual que interviene en los diferentes ámbitos (público, familiar y de pareja) sigue siendo un tema tabú y es, en consecuencia, raramente denunciada, conocida y estudiada. Factores institucionales y socio-culturales impiden que las mujeres puedan ejercer plenamente sus derechos. Sus capacidades de participación están limitadas por un sistema muy desigual de organización, por la no efectividad de las leyes y por una división social del trabajo injusta que las carga excesivamente.
En lo que respecta a la distribución del trabajo entre hombres y mujeres en el hogar. Las mujeres en el medio rural tienen un papel determinante con respecto a las actividades económicas y domésticas. Practicando la pequeña ganadería y ganadería ovina, la horticultura, la comercialización de los productos artesanales y actividades de recolección.
En el ámbito doméstico las mujeres realizan prácticamente todas las tareas, cuidado de los niños, búsqueda de agua, preparación de las comidas familiares, recolección de madera para la calefacción, saneamiento dentro del hogar, y un largo etcétera. Los hombres, practican principalmente el cultivo de los cereales, el comercio y la ganadería de vacunos y ovinos, así como, en el ámbito doméstico, la construcción de las casas. La distribución sexual del trabajo es claramente desfavorable para las mujeres, las sobrecargan considerablemente, de modo que éstas no tienen tiempo material para articularse y participar más en asuntos públicos. Es decir, no sólo la tradición impide a las mujeres tener más influencia en las esferas de poder colectivo, sino que también se lo impide su excesiva carga de trabajo.
La debilidad de la toma de decisiones de las mujeres y el miedo a las agresiones sexuales de las jóvenes está en la base del abandono escolar de las niñas y del matrimonio precoz. Resalta en las estadísticas establecidas con los profesores de la zona beneficiaria que, mientras que existe una proporción chica/chico de 60% y 40% en la clase del primer año escolar, esta relación está totalmente invertida en clase de sexto de primaria dónde hay 18% de niñas y 82% de niños. La principal causa de esta situación es debida a los efectos del matrimonio precoz de las niñas.
En cuanto al marco legislativo nacional existente en relación a la igualdad de género, Mali cuenta con una Política Nacional de Género que constituye la hoja de ruta. Ofrece un marco conceptual y operacional que permite la coherencia, la armonización y un mejor impacto de las acciones ligadas a la igualdad entre los hombres y las mujeres. Sin embargo, esta voluntad no es genuina, y la materialización de estos compromisos sigue estando muy alejados de lo deseable.