Exemple

Un acercamiento a la lucha por la igualdad de género en Níger

Situado en la zona sahelo-sahariana de África Occidental, Níger se independizó en 1960.  Desde entonces, el país ha experimentado profundos cambios políticos, económicos y sociales.

La promoción y protección de los derechos de la mujer se ha convertido en los últimos años en uno de los temas que más preocupan tanto a las autoridades como a la sociedad civil. La elevada tasa de mortalidad maternoinfantil, la mutilación genital femenina o el matrimonio forzado o precoz son algunos de los problemas más graves a abordar. El peso de tradiciones patriarcales y la interpretación misógina de las religiones hacen que las mujeres queden relegadas a un segundo plano, viendo vulnerados sus derechos una y otra vez.

Comprender las dificultades que enfrenta la sociedad nigerina para la consecución de avances en materia de derechos de las mujeres implica atender a la influencia que tiene en el país el derecho consuetudinario, aquel conformado por normas jurídicas no escritas que se cumplen en determinado contexto porque en el tiempo se ha hecho costumbre su cumplimiento. Este es tan fuerte en el país que a menudo entra en conflicto con el llamado derecho moderno o actual producido por el Estado, haciendo a este último ineficaz. Por consiguiente, no puede emprenderse ninguna reforma legal sin tenerse en cuenta los valores fundamentales arraigados en el espíritu del pueblo de Níger, su entorno, tradición e identidad cultural. Dado que estas normas consuetudinarias son diversas, variando de una región a otra, a menudo resulta difícil conciliarlas. 

Partiendo de esta fotografía, en Níger, cualquiera que sea la zona considerada, la mujer ha ocupado a menudo una posición secundaria con respecto al hombre. Según el derecho consuetudinario y el derecho musulmán cada vez más presente, la condición de cabeza de familia se confiere a los hombres que, a menudo, no dudan en abusar de los poderes que les confiere su posición a pesar de que la moral social rechaza en gran medida estos abusos. Con ello, y sobre todo en las zonas rurales, las mujeres suelen ser consideradas fundamentalmente una fuente de mano de obra. Las violaciones de derechos que éstas sufren pueden vincularse al carácter discriminatorio de prácticas ancestrales que parte de la sociedad nigerina reclama superar. 

En el plano económico, la vulnerabilidad económica es la primera causa de violencia contra las mujeres. Níger es un país donde el 63% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, siendo 2/3 mujeres. Esta feminización de la pobreza tiene un impacto directo en la salud de las mismas, cuya esperanza de vida es de 50,1 años. Como han señalado varios estudios, la tasa de desempleo es el doble entre las mujeres (25%) que entre los hombres (11%). Estas trabajan principalmente en la agricultura, la ganadería, el comercio y la artesanía. Están muy poco representadas en otras esferas de la actividad económica. En 2001, por ejemplo, sólo representaban el 0,07% de los altos cargos y especialistas de las profesiones científicas o administrativas. Sumado a esto, la disminución de la fertilidad de los suelos y la degradación de los recursos naturales conectados con la crisis climática han contribuido significativamente a aumentar la vulnerabilidad de los hogares nigerinos. 

En el ámbito político, la infrarrepresentación de las mujeres en las instituciones políticas y administrativas enfrenta sus dificultades. Las propias mujeres no suelen animarse a la reflexión y la elaboración de políticas, conectándose esto con la persistencia de estereotipos basados en la inferioridad de las mismas que conducen a la masculinización de determinadas responsabilidades a las que es más difícil que éstas accedan. Lo cierto es que el nivel de organización de las organizaciones que promueven los derechos de las mujeres por el momento parece tener un buen camino por recorrer para lograr sacudir el desequilibrio de poder existente entre hombres y mujeres. 

Ante esta situación, incluso en la época colonial, mujeres nigerinas vienen impulsando con fuerza la lucha por la igualdad. A pesar de que desde Occidente en ocasiones se piensa en los países africanos como lugares llenos de miseria, son muchos los aprendizajes que podemos extraer de los diferentes pueblos de este continente si conseguimos escuchar su historia y reconocer sus activismos desde las propias voces de su ciudadanos y ciudadanas. En la historia del feminismo global, y de Níger en particular, no se puede dejar de mencionar a importantes mujeres nigerinas que, en un contexto complejo, han decidido dedicar su vida a luchar por la igualdad, contribuyendo a construir un mundo más justo e igualitario. Algunas de ellas son:

  • Sarraounia Mangou, reina que se enfrentó a las tropas francesas al final del siglo XIX y que se convirtió en una referente para diferentes movimientos y mujeres feministas que han levantado la voz frente a la discriminación y la violencia machista que predomina en el país.
  • Mariama Keita, fallecida en 2018, fue la primera mujer periodista nigerina y activista feminista que luchó por los derechos de las mujeres en su país.
  • Mariama Moussa, presidenta y fundadora de la ONG SOSFEVVF. Tras sufrir maltrato por parte de su marido, decidió dedicar su vida a visibilizar este mal pandémico en la sociedad y a apoyar a otras mujeres supervivientes. A través de su ONG ha ayudado a innumerables mujeres víctimas de violencia de género y niñas que han sufrido violaciones o matrimonios precoces y forzados. 
  • Mme Hadjia Oumou Ali, consejera municipal y presidenta de la red de defensa departamental de los derechos de las mujeres de la comuna de Konni. Comenzó su vida política en 2011 cuando todavía estaba mal visto por la sociedad nigerina la presencia de mujeres en el ámbito político y los espacios de decisión. A día de hoy continúa movilizando a las mujeres de su comunidad en la lucha por la igualdad.

Dicho todo esto, a pesar de que ciertas prácticas sociales socavan los principios igualitarios consagrados en la Constitución, en los últimos años se han producido algunos avances en este ámbito. Desde la adopción de la ley de cuotas (ley 2000-008 de 7 de junio de 2000), por ejemplo, se establece que los cargos electivos institucionales deben respetar una cuota del 10%, y los nombramientos para puestos de responsabilidad una cuota del 25% para las mujeres.  

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