La aparición de movimientos sociales autodefinidos como feministas en Níger es relativamente reciente. No obstante, las mujeres llevan años haciendo campaña para ampliar su rol social, su acceso a la participación en la vida pública y los espacios de decisión y para mejorar sus derechos tanto en asociaciones femeninas como mixtas.
Aunque la mayoría de los movimientos sociales del país tienen su origen en el proceso de democratización iniciado en los años noventa, mucho antes de esa fecha ya existían ciertos movimientos sociales que intentaban hacerse oír, aunque fuera tímidamente. La participación social y política de mujeres en Níger, en concreto, se vincula fundamentalmente a agrupaciones cuyo objetivo es brindarse apoyo psicosocial y económico entre compañeras. Este tipo de grupos no son políticos, pero son reconocidos y respetados por la sociedad y pueden ejercer presión sobre las autoridades consuetudinarias en favor de una causa común o individual a pesar de que sus acciones permanecen en el ámbito comunitario.
Teniendo este contexto en mente, el primer movimiento formal de mujeres en Níger fue la Unión de Mujeres de Níger (UFN), creada en 1962 por el régimen de partido único entonces vigente, renombrada posteriormente como Historique du Féminisme au Niger. Más adelante, con la llegada al poder de las Fuerzas Armadas Nacionales en 1974, se denominó Asociación de Mujeres de Níger (AFN). Esta puede considerarse la primera organización en la que las mujeres encontraron realmente su lugar en la escena política nacional, a pesar de que su creación estuvo inicialmente ligada a la motivación de que las mujeres nigerinas no estuvieran ausentes en la Conferencia Mundial sobre la Mujer y se cumpliera con la dinámica y objetivos del Decenio de la Mujer decretado por la Organización de Naciones Unidas. Esta Asociación se movilizó con el fin de lograr estos objetivos:
- Desarrollar vínculos de solidaridad entre mujeres de todos los estratos sociales del país para la adquisición y protección de los derechos de la mujer, el niño y la familia.
- Educar a las mujeres para que fueran más conscientes de su papel y responsabilidad en el desarrollo del país.
- Crear y coordinar relaciones amistosas de cooperación con otras asociaciones nacionales e internacionales que persiguieran los mismos objetivos.
- Apoyar a los movimientos de liberación nacional.
Actualmente, la AFN tiene representaciones a todos los niveles sociales: regional y departamental, comunal o barrial. Entre sus numerosos logros, gracias al compromiso de sus dirigentes y en particular de su presidenta, Madame Diallo Fatoumata, cabe destacar la creación del Comité Nacional para la redacción del Código de la Familia, de la Dirección de la Condición Femenina, la Secretaría de Estado de Asuntos Sociales y Condición Femenina, y la participación en la redacción del Código Rural. Asimismo, sus esfuerzos culminaron en la creación de un Ministerio de Asuntos Sociales y Promoción de la Mujer en 1987, año en el que una mujer fue nombrada por primera vez para ocupar un cargo ministerial. Madame Moumouni Aissata tomó así el puesto de Secretaria de Estado de Salud Pública, Asuntos Sociales y Condición Femenina, llegando a ser en 1989 Ministra de Asuntos Sociales y Condición Femenina. En aquella época sólo había tres mujeres en la Asamblea Nacional, aunque estaban representadas en todos los partidos políticos. Estas a menudo se mostraban reticentes a formar parte de una participación mayor, ya que no podían implicarse en la vida política y pública sin el consentimiento de sus maridos o, en el caso de las jóvenes, el de sus padres.
Finalmente, fue la marcha del 13 de mayo de 1991 la que marcó la entrada efectiva de las mujeres nigerinas en el proceso democrático. Conmocionadas por el hecho de que un gobierno que apoyaba la promoción de las mujeres se olvidara de ellas cuando se trataba de cuestiones políticas, la AFN organizó esta marcha histórica. Resultado de este momento, las mujeres obtuvieron cuatro puestos adicionales en la Comisión Nacional de Preparación de la Conferencia Nacional.
Seguido de esto, en el seno de un nuevo sistema multipartidista, la sociedad civil femenina se dividió, creándose una segunda asociación, la Agrupación Democrática de Mujeres de Níger (RDFN), bajo el liderazgo de Madame Bayard Gamatié.
Continuando con esta fotografía, estas asociaciones de mujeres se dieron cuenta muy pronto de la necesidad de formar sindicatos. Como resultado, se crearon varios grupos, entre los cuales destacan CONGAFEN, o Coordinación de ONG y Asociaciones de Mujeres Nigerianas y Kassaï. Además, junto a ellas, se ha creado el Cadre de concertation des intervenants en matière de lutte contre les violences faites aux femmes, que cada año celebra la campaña «16 días de activismo» en el marco de la campaña «Podemos poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres».
Hoy, la lucha de las mujeres nigerinas se siente en todos los niveles de la vida: económico, social, religioso y político, con una proliferación de asociaciones femeninas centradas en la mejora de las condiciones de vida de las mujeres. Estas asociaciones buscan terminar con cuestiones que minan los derechos y libertades de las mujeres como son el matrimonio precoz, el matrimonio forzado, la violencia doméstica, el culto a la familia numerosa, el confinamiento de las mujeres común en el entorno musulmán del pueblo hausa y en las categorías sociales acomodadas, la alimentación forzada que tiene lugar en el entorno djerma, la trata de mujeres bajo matrimonio encubierto, la práctica que otorga al marido el poder de romper unilateralmente los lazos matrimoniales o la mutilación genital femenina (MGF). Con todo, la violencia contra las mujeres es un problema persistente en Níger y en todo el mundo que compromete la igualdad social y económica, la salud física y mental, el bienestar y la seguridad económica de las mujeres.
Con el paso de los años estos movimientos han logrado impulsar cambios de comportamiento por parte de todos los actores sociales para promover el disfrute y garantía de los derechos de las mujeres, convenciendo fundamentalmente a los poderes políticos de que excusas como el analfabetismo o la ignorancia que se presupone de las mujeres, la insuficiencia de recursos humanos y materiales por parte del Estado, son simplemente eso, excusas para no establecer las condiciones necesarias para garantizar un mejor acceso de las mujeres a la justicia, la vida pública y los espacios de dirección y toma de decisiones. A partir de la superación de estas barreras, podemos atribuir a estos movimientos la demanda de que la mejora de la cultura jurídica y judicial de las mujeres parece ser la clave para lograr avances significativos en este ámbito, así como el convencimiento de que no podemos ignorar el hecho de que el cambio sólo puede nacer de una auténtica toma de conciencia por parte de las propias mujeres nigerinas. Esto significa que la élite femenina debe tomar cartas en el asunto e impulsar esta transformación para que pueda tener un efecto sobre las masas rurales. En definitiva, esta esperada participación, unida a la proliferación de asociaciones de mujeres que contribuyen al proceso de sensibilización social, sugiere que la promoción de los derechos de las mujeres y los niños va por buen camino en Níger.