Exemple

Zaratou, Haoua y Liba forman parte de la cooperativa de mujeres Dadin Kowa (“Felicidad para todos”) del pueblo de Rouaffi en Níger. Como en muchas otras comunidades rurales del país, este tipo de agrupaciones constituyen el instrumento a través del cual las mujeres, tradicionalmente relegadas al desarrollo de tareas relacionadas con los cuidados, llevan a cabo proyectos colectivos de todo tipo. Hoy, Día Internacional de las Mujeres Rurales, reivindicamos su papel fundamental.

«El año pasado las mujeres del pueblo pusimos en marcha un negocio de procesamiento y venta de alimentos«, nos cuenta Zaratou Oumarou, de 40 años y presidenta de la cooperativa. «Elaboramos pasta, aceite de cacahuete y otros productos que vendemos en los pueblos y mercados de la zona”. Una actividad clave para las 53 mujeres de la cooperativa, ya que les permite diversificar sus fuentes de ingresos y no depender únicamente de las actividades agrícolas, cuyos rendimientos son cada vez más variables como consecuencia del cambio climático.

En Níger, la pobreza tiene cara de mujer. En efecto, en este país del Sahel las mujeres tienen una participación muy inferior a la de los hombres en el mercado de trabajo (6,6% frente al 81,4%) y de acceso al crédito (17,5%), lo que hace que las mujeres se encuentren en una situación económica mucho más vulnerable que los hombres.

Además, la división por roles de género del trabajo determina la distribución de las tareas entre las niñas y los niños, las mujeres y los hombres. Los hombres asumen los trabajos formales de producción, más valorizados y que implican un rendimiento económico, mientras que las mujeres asumen las tareas relacionadas con los cuidados y el mantenimiento de los miembros de la familia, que no están valorizadas.

Por otro lado, siguen predominando estereotipos según los cuales el emprendimiento en sectores productivos constituye una actividad eminentemente masculina, estando mal visto desde el punto de vista moral la realización de actividades económicas por parte de las mujeres.

En ese contexto, acentuado sobremanera en el ámbito rural, la acción colectiva de las mujeres en el marco de cooperativas resulta fundamental. «Ya no dependemos de la caridad de nuestros maridos para sobrevivir y cuidar de nuestros hijos. Ahora disponemos de nuestros propios recursos para generar ingresos y reinvertirlos en nuestra cooperativa, familias o comunidad», asegura Haoua Bazo, de 21 años y orgullosa tesorera de la cooperativa.

Más allá del empoderamiento económico experimentado, las mujeres de la cooperativa han visto cómo su rol social y político en la comunidad se ha visto reforzado. «Como representantes de las mujeres, participamos en las reuniones de las autoridades locales para definir las políticas de desarrollo del pueblo», afirma Liba, de 28 años y responsable del Comité de Venta de la cooperativa. «En nuestra comunidad están orgullosas de nosotras». Según un estudio realizado por el Movimiento por la Paz -MPDL- en la zona de ejecución de sus proyectos, el 88% de los hombres se muestra partidario de la realización de actividades de índole económica por parte de sus parejas.

La determinación mostrada por Zaratou, Haoua y Liba en la realización de iniciativas económicas y sociales va de la mano de sus éxitos como cooperativa. Gracias a sus esfuerzos, este año Dadin Kowa ha obtenido oficialmente la personalidad jurídica de cooperativa. Esto supone un salto cualitativo para las mujeres miembro ya que ahora pueden acceder legalmente al crédito y a otros recursos. «Gracias a nuestro trabajo vemos resultados. Juntas somos capaces de mejorar la salud y el bienestar de las familias de nuestro pueblo, y eso nos hace sentirnos más fuertes dentro de la comunidad«.

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